Pepe Bernal

Mi obra surge de las mismas entrañas como un gesto anterior a cualquier lenguaje, y su mayor virtud es su esencialidad.

Una historia detrás

En los lienzos, el color adquiere esa esencia y una extraña belleza, como si se posicionaran al margen de las inclemencias y los desastres el mundo.

De ahí que los colores de las telas recuerden la transparencia del aire, unos cielos vistos y sellados en la memoria. Pero también las oscuridades, la de los
caminos emboscados donde apenas se distingue, más allá del umbral, lo que hay al otro lado.

Transparencias, veladuras, «imperfecciones» que buscan el punto tangencial a la perfección del trazo en la expresión.